Recuerdo que con ese dinero (aproximadamente $1.000.000 de pesos) compré una tarjeta gráfica Nvidia GT610, una tableta Samsung Galaxy Tab 3 y un disco duro externo de 1 Tera. Finalmente, no asistí a la ceremonia de graduación como sí lo hicieron mis compañeros. En su lugar, simplemente solicité un comprobante de egreso y la certificación de la culminación de todas las asignaturas del programa de Sistemas.
Esta situación se repitió en el bachillerato: tampoco asistí a la graduación en la Institción Educativa Manuel Uribe Ángel (MUA) de Envigado. Mientras mis compañeros se preparaban con togas y atuendos para la ceremonia, yo me quedé en el salón de clases como si nada, recibiendo la clase de Inglés del profesor Danilo. Esto ocurrió a pesar de haber tenido Beca de Honor durante todo el bachillerato en el MUA.
Nunca me sentí identificado o motivado ni por mi colegio ni por mis universidades (IUE y U de A). Fui tratado muy mal, por lo que jamás consideré asistir a las ceremonias o actos de graduación. Nunca le daría la mano a mis enemigos y a quienes fueron un obstáculo en mi camino, como el profesor de educación física, Pedro Luis Hernández Ochoa, y la coordinadora de disciplina, doña Lili, entre otros. Lo mismo aplica a ciertos personajes de mis universidades, salidos de una película de terror, que es mejor no mencionar.
No me arrepiento de no haberme graduado o asistido a la ceremonia de graduación en las universidades y el colegio. Me libré de tener que saludar a muchos idiotas indeseables. Cuando sea el líder mundial del Nuevo Orden Mundial, es decir, Lucifer, no querré saber nada de los colegios y universidades donde me formé.
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