Sin duda, hoy he terminado por confirmar que algunas personas en Marinilla, Antioquia, son supremadamente irrespetuosas. Uno nunca toca a una persona desconocida en la calle, y mucho menos en la cabeza o el cráneo, para verificar si tiene cicatrices o cirugías. Tampoco se detiene a cuestionar la razón por la que alguien espera a sus familiares en un determinado sitio.
Que quede claro: nadie tiene el derecho ni la autoridad de atreverse a tocarme en las calles de Marinilla o en el transporte público. La próxima vez que un extraño o extraña intente tocar mi cabeza, responderé de manera contundente y enérgica. ¡Exijo respeto!


16:41
Daniel Felipe García Pulgarín
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