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Daniel Felipe García Pulgarín
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La gente busca morir aplastada por el metro de Medellín. Una situación que comienza a ser cotidiana en la ciudad. Los ricos y los pobres se suicidan , no existe distinción alguna, las personas exitosas con más frecuencia por el vacío existencial en sus vidas y los problemas cotidianos . Pero hay más sobrevivientes que fallecidos, y por tanto quienes escapan de la muerte quedan en la agonía eterna maldiciendo el día de su fatal decisión. Un suicida no siente su muerte, pues el cuerpo humano se dopa con endorfina y adrenalina para no sentir dolor a raíz del suicidio. El tiempo también transcurre más despacio durante el suicidio y los segundos se transforman en horas en las cuales no se experimenta ningún dolor físico. El cuerpo humano se autoprograna para la autodestrucción o el suicidio. La preparación para el momento del suicidio suele durar días, decidir si en un instante me enveneno con alcohol etílico, me ahorco con un buso , corto mis venas con un vidrio, me tiro de un edificio de 60 pisos o bien me arrojo al metro para ser aplastado por un tren en movimiento.