martes, 10 de diciembre de 2019

La bella escultura de Lucifer que habita en una catedral gótica

En la catedral de Lieja se encuentra una representación de Lucifer en mármol que insinúa la radiante belleza del Ángel caído.







El genio del mal (Le génie du mal), 
Fotografía obra de Luc Viatour

Angels are bright still, though the brightest fell.
 –William Shakespeare


vista trasera




Lucifer visto en el ocultismo de Basilius Valentinus , los masones del Rockefeller Center y El paraíso perdido de John Milton


la modelo Emily Ratajkowski el Lucifer femenino 




Emily Ratajkowski 
es una modelo y actriz estadounidense


Emily Ratajkowski  de niña 





¿supuestas almas gemelas o  una casualidad?
¿quien sera el malvado ?



Todos tenemos un gemelo malvado






Daniel es el clon  de Hitler  mejorado con el DNA alien 


Adolf Hitler 
Adolf Hitler​ fue un político, militar, pintor y escritor alemán, de origen austríaco; canciller imperial desde 1933 y Führer —líder— de Alemania desde 1934 hasta su muerte


Laboratorios Centers for Disease Control and Prevention



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Como no era admisible una representación tan hermosa de Lucifer, la escultura fue desechada y reemplazada en 1848. Curiosamente, la nueva pieza también desbordaba inusitada belleza. Pero quizá ya era demasiado condenarla de nuevo, así que no corrió el mismo fin que su predecesora y ahí permanece hasta hoy, en la catedral de Lieja, en Bélgica.

Dedicado a San Pablo, este radiante recinto gótico está ornamentado, como suele ocurrir con las catedrales de aquella época, con un alegórico desfile de arte sacro, vitrales y figuras de santos. Sólo que a diferencia de otras, la de Lieja incluye un habitante que destaca por su atormentada hermosura. Se trata de El genio del mal (Le génie du mal), título que dio a esta representación lucifereana su autor, el escultor belga Guillaume Geefs.


Guillaume Geefs
también Willem Geefs, fue un escultor belga. Aunque conocido principalmente por sus obras monumentales y retratos públicos de estadistas y figuras nacionalistas, también exploró temas mitológicos, a menudo con un tema erótico.


Suponemos que la razón de comisionar una escultura de Lucifer, para alojarla dentro de una catedral, era aprovechar su sufrimiento, luego de su abismal caída, como recordatorio a favor de la continencia y la sumisión. De ahí lo problemático que resultaba que la pieza fulgurara con tal hermosura, y terminara indirectamente elogiando la concupiscencia.

Apenas unos cuantos detalles, aunque de simbolismo tajante, diferencian a la apolínea figura moldeada en mármol de aquellos seres que, en contraste, gozan del favor de Dios. Su tobillo derecho está abrazado por un grillete que lo encadena al suelo. Cerca de su pie, cuyos dedos evidencian uñas puntiagudas, yace una manzana mordida junto a un cetro truncado –mismo que termina en un motivo astral, refiriendo a la relación entre Lucifer y la “estrella de la mañana”. Las alas presumen una anatomía animalesca, similares a las de gárgolas o murciélagos. Finalmente, un par de cuernos asoma entre su cabello, alusión a la fisiología de Satán pero que también fue un recurso empleado en la tradición icono-religiosa para indicar puntos o rayos de luz.

En la figura de Lucifer convergen una miríada de facetas arquetípicas, mixtura que incluye, entre otras sustancias originarias, la rebeldía y la transgresión, la terrenalización de lo divino, el abismo, el castigo, la luz original y la belleza del misterio. Se trata de un personaje en esencia “encandilante” –a fin de cuentas su nombre significa “el portador de luz”– y la pieza de Lieja, su mármol impoluto y plausible anatomía, el encanto que en síntesis irradia, que trasciende credos o morales, así lo confirma.

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